por Marina Mayor
En esta pequeña reseña voy a hablar brevemente y de manera general sobre mi visión acerca de las herramientas de traducción asistida por ordenador (TAO). En primer lugar, he de decir que no me imagino cómo sería la vida de los traductores profesionales si no existieran estas herramientas, creo que desgastaríamos diccionarios a la vez de la luz y pasaríamos largas noches despiertos para llegar a traducir el volumen de palabras que hoy somos capaces de traducir gracias a estas y otras tecnologías. Aquí me gustaría añadir que valoro enormemente la gran labor de los traductores anteriores a la etapa “tecnológica”, en la que se servían únicamente de sus conocimientos y del papel para producir traducciones extraordinarias.
Es cierto que las TAO resultan más eficaces según el tipo de texto que queramos traducir, existen algunos tipos de textos que de ya por sí ofrecen un mayor número de repeticiones, como suelen ser los de carácter técnico (como manuales, guías de usuario, etc.). No obstante, la idea de que las TAO no son útiles para todos los tipos de textos no es del todo cierta. Incluso puede sacarse provecho de estas herramientas en traducción literaria, por supuesto no de igual manera, pero también resultan provechosas para el traductor.
En mi opinión, las TAO ofrecen varias ventajas clave, entre ellas la productividad, que para mí ocupa el número uno. El aprovechamiento de materiales ya traducidos no sería posible si no existieran las TAO y, me atrevo a decir, que jamás alcanzaríamos el mismo índice de productividad si no las utilizáramos (salvo que nuestro cerebro fuera capaz de almacenar una cantidad ingente de segmentos de origen y destino a modo de memoria de traducción, y hasta ahora no he tenido la suerte de conocer a nadie con este “tipo de cerebro”…).
Las repeticiones internas o con respecto a la memoria suelen jugar siempre a nuestro favor. Algunos afirman que las famosas “fuzzies” a veces estorban más que ayudan si el contexto no es el mismo, pero creo que si realizamos un buen uso de las memorias esto no tiene por qué ocurrir. Obviamente no todas las memorias se pueden aprovechar para todos los proyectos, pero sí podemos utilizar los campos para contextualizar las entradas a un mayor nivel y saber en todo momento cuando podemos fiarnos ciegamente de los resultados y cuando no. Una vez que un cliente valida una traducción (estemos de acuerdo o no con sus propuestas) y la pasamos por nuestra memoria, se convierte en un arma de trabajo muy valiosa. La coherencia que podemos alcanzar gracias al uso de la función de búsqueda de concordancia de las memorias es algo que difícilmente habríamos experimentado sin estas tecnologías.
En cuanto a desventajas he de decir que encuentro pocas y que en su mayor parte están relacionadas con el aspecto económico de las mismas. Cuando un traductor decide escoger una herramienta TAO por primera vez, existe tal variedad en el mercado que es difícil poder decantarse por una directamente. En general suele depender de la inversión económica que el traductor quiera o pueda realizar. Creo que existe una idea generalizada de que las herramientas gratuitas son peores que las de pago, pero después de conocer y utilizar nuevas herramientas, afirmo que no es cierto. El problema de la incompatibilidad se resuelve cada día mejor gracias al uso de estándares, por lo que el abanico de posibilidades que tenemos a nuestra disposición es cada vez mayor si sabemos cómo utilizarlos.
Para mí, el perfil ideal del traductor es aquel que es más versátil en cuanto al uso de herramientas, que puede adaptarse rápidamente a las nuevas tecnologías y que dispone tanto de herramientas de pago como gratuitas, por lo que puede enfrentarse a distintos proyectos independientemente de la TAO. Tras conocer y probar distintas herramientas, el traductor sabe qué es lo que resulta más cómodo para trabajar, y enseguida buscará y encontrará similitudes entre unas y otras, por lo que sabrá usarlas a su favor en función de cada circunstancia concreta.
Como en otros ámbitos de la vida, resulta muy cómodo permanecer en la famosa “zona de confort” donde todo es fácil, conocido y no es necesario cambiar nada ni aprender nada bueno “porque estamos bien como estamos y hasta ahora nos va bien así”. Para algunos nos puede resultar molesto aprender a utilizar una herramienta que quizás solo necesitemos para un proyecto específico, e incluso verlo como una pérdida de tiempo.
Pero llega un día en el que un cliente te llama y te pregunta si “ya te has actualizado” o “si podrías trabajar con esta herramienta poco conocida”, y obviamente si la respuesta es no y no estamos dispuestos a cambiar, estaremos dejando pasar oportunidades que puede que no regresen. Por lo que mi conclusión es que en esta profesión, así como en el día de día de la vida cotidiana, es que una mayor apertura de mente y una actitud de valentía suelen ser mucho mejores acompañantes que simplemente confiar en lo conocido.
Creo que los traductores más “intrépidos” pueden llegar muy lejos, al final y al cabo no sabemos que nos depara el futuro ni donde estaremos, pero estar preparado para el cambio es una muy buena manera de recibirlo.